El retrato de Dorian Gray (1890) destaca no sólo por ser la única novela de Oscar Wilde, sino también por ser su trabajo más perdurable. Las desventuras de Dorian Gray, ese dandi paradigmático y ocurrente obsesionado con lo efímero, y su pánico a envejecer nos deparan la más genial y absorbente de las vueltas de tuerca que jamás se le hayan dado a la novela fáustica. «La belleza es, de las formas del genio, la más elevada, porque no tiene necesidad de ser explicada, es uno de los hechos absolutos del mundo.»